Supermercados, consultas médicas y centros industriales ya cuentan con la presencia de distintos tipos de androides. La inmótica, como se conoce al conjunto de tecnologías aplicadas al control y la automatización inteligente de edificios no destinados a vivienda, llegó al país para quedarse. Acá te contamos de su desarrollo y los desafíos a futuro.
Un robot de 70 cm de alto recorre un supermercado. Al pasear por los diferentes pasillos, va mirando los estantes para detectar si falta algún producto, si los precios están actualizados, o si hay algo fuera de lugar. Se trata de Zippedi, proyecto creado por académicos de la Universidad Católica en 2017 y que actualmente está presente con más de 100 robots en Chile, Colombia y Estados Unidos.
Zippedi es un ejemplo de cómo la inmótica -como se define a la automatización integral de inmuebles con alta tecnología- ha comenzado a instalarse en las industrias, oficinas y servicios. Desde robots industriales a sociales, hoy en día es posible ver androides recepcionistas, otros que ayudan en hospitales o consultas médicas e incluso algunos que entregan pedidos.
“Hoy día la robótica está principalmente siendo un colaborador, es una herramienta que podemos usar en distintos ámbitos para mejorar la productividad o los servicios”, dice Álvaro Soto, profesor de Ingeniería UC y quien lideró el proyecto Zippedi. “Creo que en los próximos años vamos a ver más usos de robots interactuando en espacios naturales. Hay un espacio muy grande para crecer”, añade.
Fue en los supermercados donde Soto y su equipo vieron una oportunidad. Zippedi lograría optimizar el trabajo de los reponedores al recorrer cada noche los pasillos y así, al día siguiente, entregar un reporte actualizado sobre lo que los trabajadores tendrían que realizar. “Creo que ha sido bastante exitoso. Nosotros hemos hablado con la gente que trabaja en el supermercado y han dicho que les cambió la vida, porque llegaban en la mañana y de repente no sabían por dónde empezar. Ha hecho más eficiente el trabajo”, comenta Soto.
El robot Zippedi ocupa tres tecnologías fundamentales para su funcionamiento. La primera tiene que ver con la navegación autónoma, que le permite saber moverse dentro del supermercado. Luego, está el reconocimiento visual a través de cámaras, y finalmente resume toda la información procesada para entregar las tareas a los reponedores.
El crecimiento de la robótica ha sido tal, que ya no solo basta con crear a un robot que se mueva, sino que el verdadero desafío está en hacer un androide que sea útil en algún ámbito. Es lo que se ha denominado como inmótica, es decir, la robótica aplicada a grandes inmuebles que permite automatizar ciertas tareas para optimizar el trabajo humano.
“Lo que hay que ver con la inmótica es qué actos no me hacen ganar valor, entonces cómo se puede automatizar situaciones de esa índole es lo que la inmótica hace”, explica Felipe Castro Nieny, fundador y dueño de Austral Robotics.
Austral Robotics tiene presencia con sus robots en centros de distribución nacionales.
Según reportes de la Federación Internacional de Robótica, Chile cuenta con alrededor de 200 robots industriales. Ahí está Austral Robotics, compañía dedicada principalmente a las industrias. Uno de sus principales proyectos está en un centro de distribución de una empresa de ferretería y mejoramiento del hogar. “Estamos haciendo lo que es el manejo logístico de todos los pallets que llegan, los analizamos, medimos, y hay unos robots que levantan 850 kilos que pueden manejar esos productos que se los pasan a unos robots móviles. Al hacer esto con robots haces una trazabilidad completa de lo que está en la bodega”, explica Felipe Castro Nieny.
Para el fundador de Austral Robotics, la automatización de este tipo de trabajo con sus robots industriales ha permitido un trabajo veinticuatro horas al día y, además, en tiempos de pandemia el sistema no se detuvo. “La industria se ha tenido que automatizar aún más. El futuro es la teleasistencia, la teleoperación, la virtualización de las cosas, ser un ente cyber físico comandando y operando los sistemas a distancia. Yo creo que para allá va el tema”, añade.
Otro espacio que está desarrollando y ofreciendo robots al mercado es Robotics Labs SCL, el primer hub de robótica aplicada en Chile creado por Rodrigo Quevedo. Partieron hace 13 años con actividades de formación en robótica para jóvenes y hoy desarrollan y ofrecen soluciones, productos y formación. “Nuestra misión en Robotics Labs si te fijas es que son robots que facilitan o que permiten integrar o aumentar la capacidad humana, más que reemplazarlas”, dice Quevedo.
Robotics Labs SCL trabaja con distintos robots de servicios. Pepper, uno de ellos y desarrollado por la japonesa SoftBank Robotics, es el primer droide del mundo capaz de identificar rostros humanos y sus emociones.
Entre los distintos robots que manejan en Robotics Labs SCL están los de servicio, son los llamados robots sociales que pueden interactuar con las personas. Uno de ellos es Pepper, desarrollado por la compañía japonesa SoftBank Robotics, y que ya está funcionando en una clínica odontológica de Chile apoyando en labores de recepcionista, facilitando datos de pacientes, presentando productos, entre otras.
“Ha cambiado mucho la experiencia. Ser la primera clínica dental en Chile y Latinoamérica en trabajar con un robot humanoide es un verdadero desafío y orgullo. Esto provoca un sentimiento de empatía y una conexión entre yo, el robot y el paciente, ya que favorece una comunicación eficaz y manejo del dolor”, cuenta el doctor Hugo Palacios, quien trabaja con Pepper.
Entender la industria
El desarrollo e implementación de la robótica en Chile también supone ciertos desafíos. Para quienes trabajan con estos androides el fin último del robot no es reemplazar el trabajo humano, sino complementar y optimizar las tareas.
“Un robot es para reemplazar el acto humano que no queremos tener y que nos puede liberar el tiempo para ejercer otras que sí agregan valor”, dice Felipe Castro Nieny, de Austral Robotics. Para lograrlo hay que entender a la industria y sus requerimientos. Para ello el cliente debe conocer su proceso desde una mirada autómata. “El desafío entonces es entender al humano más que al robot, porque hay cosas que a veces no se dicen”, añade Castro Nieny.
En la misma línea opina Rodrigo Quevedo de Robotics Labs SCL: “Nosotros tenemos la capacidad de desarrollar prácticamente todo tipo de robots, pero el desafío es entender bien el requerimiento de la industria y lograr coincidir a un costo adecuado ese desarrollo. O sea, que tenga la capacidad productiva, que sea útil, que sea funcional y que esté al alcance de las personas”.
Para Quevedo, falta amplitud del tema a nivel universitario. Si bien hoy en día existen universidades que se encargan de la formación en temas de robótica y automatización, los conocimientos van más lento. Aún así existen nuevas instancias que buscan explorar e investigar más con respecto al tema.
En octubre de este año, el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación presentó su Política Nacional de Inteligencia Artificial. Dentro de ella, se ha creado el Centro Nacional de Inteligencia Artificial liderado por el profesor Álvaro Soto. “Una de las tareas que tenemos es justamente incentivar el desarrollo de la inteligencia artificial en esta área”, dice el académico de la UC.
Pero, ¿cómo puede ayudar la inteligencia artificial al desarrollo de mejores robots? “Una de las grandes claves para poner robots en ambientes que sean inteligentes es poder desarrollar lo que se llama la robótica cognitiva”, plantea Álvaro Soto. Luego agrega: “Muchas de las claves para poder empezar a tener más robots en ambientes naturales es que los robots sean un poquito más pillos y lo que hay detrás de eso son técnicas de inteligencia artificial”.